24.3.13

El cuento de nunca acabar

Lo recuerda Fernando Savater cada vez que se le presenta la ocasión: "La diferencia entre dictadura y democracia es que en la democracia es político todo el mundo"; pero a una casta tradicionalmente intolerante como la diestra le cuesta horrores asumirlo. Los gerifaltes populares parecen soliviantados estos días porque tienen a la ciudadanía knockin' on PP's door para devolverles sus esperpénticas estampas reflejadas en los deformados espejos de la nefanda realidad; y se ve que la imagen no es de su agrado. Por la calle anda suelto el escrache, esa marrullería lunfarda y arrabalera que los argentinos se sacaron de la manga para ponerle la cara colorada a sus cóndores domésticos, aquellos que se divirtieron jugando al escondite con indefensos seres humanos durante la abominable dictadura militar. Aquí y ahora, los afectados por la hipoteca han adoptado como propia esa democrática táctica de rebeldía plantándole cara a quienes diariamente se chotean en la nuestra; y, como era previsible, la casta acorralada se ha defendido destapando su caja de los miedos: el Gobierno ha advertido muy seriamente que el escrache no es un derecho, pero enfrente tiene a un pueblo sin expectativas que lo último que aceptaría en esta tesitura sería que le recortaran también el derecho al pataleo. Equivocadamente, se están teniendo más en cuenta los tumultos y desórdenes ocurridos que los buenos ejemplos que producen —algo que ya denunciaba Maquiavelo cinco siglos atrás en uno de sus discursos—, y así no hay avance posible. Pero esta vez los opresores deberían andarse con ojo: la resiliencia nacional está al límite y una hipotética fractura social podría provocar una reacción tremendista. "Vamos a la violencia, de cabeza", advierte un articulista poco dado a las soflamas apocalípticas; aunque nada sería más dañino para España que una nueva reedición del cuento de nunca acabar.

1 comentario:

  1. "Democrática táctica", lo es; recuerda a la resistencia pacífica pero firme del "ghandismo", su demostración de fuerza; y como otros actos vinculados al 15-M, a la marcha sobre Washington de las tropas cívicas de Martin Luther King (ellos también 'rodearon el Congreso')

    Tienes razón: Sin imprecaciones pasionales -que no se trata de un tango-, es sencillamente un ejercicio de política anónima.

    Salud, y gracias por el artículo. Fito Vázquez.

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