29.4.13

El dedo de Monago

El dedo de Monago debería pasar a la posteridad como incólume suvenir del descacharrante 'Celtiberia Show', aquel estrafalario escaparate expuesto en las páginas de la revista Triunfo donde el mordaz Luis Carandell recopilaba "las hazañas, andanzas, milagros, ejemplos, decires, gracias, desgracias, ocios y negocios de los celtíberos de nuestros días". El dedo de marras se lo jugó el chulesco bellotari extremeño en una baladronada tras encaramarse a la encina del poder autonómico: "Yo no he venido a hacer recortes sociales. Antes me corto un dedo, ¡vamos!", fue el envite que lanzó a una entrevistadora pública cuando entonces; y ahora, sus recortados sufridores han empapelado la región con su jeta y una coñona leyenda: "Se busca con o sin dedo". Lo cual que el fanfarrón mandamás, que parece haber olvidado que sus numerosos trapos sucios penden de tres endebles pinzas seudocomunistas, ha dado rienda suelta a su hocico y se pavonea por los medios verbalizando su victimismo. Los altavoces de la caverna mediática están reventando el límite de decibelios permitido por las más elementales normas de urbanidad para silenciar la voz de los desahuciados extremeños, pero ni todo el ruido ni toda la furia derechonas podrán acallar la calamitosa realidad de una región acogotada. El individuo que (des)calificó a su antecesor como el "campeón del paro en España" lleva ya acumulados casi setenta mil nuevos parias y aún no ha alcanzado el ecuador de su inestable legislatura. Pese a ello, se da el lujo de marear la perdiz abrazando los ensangrentados cuartos judíos y ambicionando quedar para los restos como "el presidente de la I+D+i extremeña". Incluso se ha postulado como el nuevo Guillermo Tell, porfiando con sus homólogos del arco mediterráneo: "Ellos tendrán el arco, pero yo tengo las flechas". Mas lo único que tiene es poca vergüenza; y un dedo que ya no le pertenece.

27.4.13

El récord de la vergüenza

David Trueba ha reconocido, negro sobre blanco, que "encontrarle un lado positivo a la cifra de parados española es como apreciar lo hermoso del amanecer el día de tu fusilamiento", pero el renacentista opinador no ha caído en la cuenta de que el partido que nos (des)gobierna es capaz de eso y de mucho más, pues parece ser que desde las alturas genovesas —a las que no he tenido el (dis)gusto de ascender nunca para comprobarlo— se contempla la realidad tamizada por un espíritu bucólico sin parangón en la historia de la humanidad. Para muestra, tres botones entresacados de las reacciones a lo que El Mundo ha titulado en primera "El récord de la vergüenza": 6.202.700 parados: 1) el secretario de Estado de Empelo, de cuyo nombre no quiero acordarme, balbuce que se está "invirtiendo la senda" y que la tasa de destrucción de empleo "se está atemperando"; 2) el correveidile extremeño de apellido compuesto, Floriano, suplica "que no nos ciegue ese mal dato para comprobar cómo la política económica está dando buenos resultados a nivel macroeconómico que más pronto que tarde va a llegar a las familias"; y 3) el torrentiano Martínez Pujalte mienta a Zapatero y le da otro revolcón a la sobada herencia recibida, achacando los males presentes a las decisiones tomadas "hace unos cuantos años", cuando "empezaba la crisis". Tres esperpénticas demostraciones de cómo despachan los cráneos privilegiados del PP el dramón de un pueblo que comienza a comerse los mocos; aún más grotescas tras ser corregidas al día siguiente por un Gobierno que ya admite sin ambages que será incapaz de crear empleo durante su legislatura. "Cuando gobierne bajará el paro", dijo un Rajoy que se las prometía muy felices mientras holgazaneaba en la oposición. Y en esas estamos, confiando en que cumpla su promesa… esperando que gobierne.

25.4.13

Medias verdades

Se cachondea Toni Garrido de la economía denunciando con la solemnidad que le caracteriza que "es la única disciplina que permite que distintos expertos lleguen a conclusiones totalmente diferentes utilizando los mismos datos"; y no podía haber elegido una coyuntura más favorable para meter el dedo en esa llaga: porque estamos en la semana en la que ha caído hasta mínimos históricos la cotización de la Excel(encia) financiera, esa maldita hoja de cálculo virtual —alumbrada por los alumnos más aventajados de Bill Gates— sobre cuyos desarreglos funcionales asentaron Reinhart y Rogoff las teorías austericidas que han servido como hoja de ruta a aquellos mandamases que vinieron al mundo con tijeras en lugar de manos. Aunque de poco ha servido la revelación del garrafal error de procedimiento de los cerebritos yanquis, porque los recortadores vocacionales siguen a lo suyo, con o sin aval académico. Así que, en vez de ciscarnos en el papá de Microsoft, nos vemos obligados a descargar una vez más sobre la puñetera madre de quienes se han propuesto hundirnos en la miseria. Con todo, aún quedan almas cándidas que defienden que los datos se han convertido "en el nuevo ADN de la información"; una afirmación difícil de sostener en este tremedal en el que estamos hartos de escuchar de boca de los banksters que el papel lo aguanta todo, o sea, que los datos no son más que medias verdades huérfanas de significado sin sus hermanas mellizas, las interpretaciones. Materia, esta, en la que están doctorados los trileros más baqueteados de nuestro (des)Gobierno (Rajoy, Montoro y De Guindos), que de nuevo se han confabulado para engatusarnos con el engañabobos de la prima de riesgo. Pero basta poner los pies en la calle y cruzarse cara a cara con la pobreza para mandar a tomar por saco a la susodicha prima… con toda su parentela.

23.4.13

Desvergüenza popular

En el arranque de 'What can I do', un añejo single del polifacético rapero Ice Cube, se oye el lamento de una fatalista voz en off: "En cualquier país, la cárcel es el lugar al que la sociedad envía a sus fracasos. Pero en este país es la sociedad misma la que está fracasando"; una queja que bien podría servirnos, aquí y ahora, para ejemplificar la vergonzante realidad de esta hipercrítica España del presente. Porque un Estado que tolera que sus saqueadores públicos sigan haciendo vida normal, ha de encontrarse forzosamente parasitado por una sociedad fracasada que no puede —pero tampoco quiere— poner fin a sus desgracias colectivas. Llevamos décadas dejando nuestro castigo sin venganza, cual trágicos personajes de Lope, y esa falta de cultura democrática nos está pasando una carísima factura. Ayer mismo supimos que, gracias a nuestros donativos, el Partido Popular amamantó cuando era cachorro a su dóberman asturiano con (sobre)soldadas, cuyos montos he recalculado en pesetas para que el encabronamiento sea mayor: cuando el salario mínimo interprofesional de los jornaleros ibéricos rondaba unas míseras sesenta mil cucas —hará cosa de veinte años—, el feroz Álvarez-Cascos nos chupaba cada mes algo más de dos millones, a tocateja y ensobrados. Sumo y sigo: los papeles airean que la costumbre del complemento en concepto de gastos de representación estaba muy extendida en esa época, y que los principales (sobre)cogedores eran el inefable Aznar y su camarilla (pre)gubernamental, que aún hoy sigue aferrada a varias carteras ministeriales. Vuelvo a sumar, y sigo: se filtran los (escasos) datos disponibles de las empresas tapadera con las que el PP lavó más blanco que sus adversarios durante años. Dejo de sumar. Mientras tanto, los impunes (presuntos) implicados dan diarias lecciones de moral ante las que parece obligado acordarse de Cleóbulo, el sabio moderado: "Ojalá yo viviera en un Estado donde los ciudadanos temieran menos las leyes que la vergüenza". Pero aquí, ni eso.

21.4.13

Bombas dialécticas

Hay que ser borrico (o muy hijo de las dos Españas) para dejarse seducir por los cantos de la ignominia y acusar a Eduardo Madina de simpatizar "más con lo que representa ETA que con lo que representa el Partido Popular" pero, por increíble que parezca, esa fue la culebra que escupió la otra mañana Bieito Rubido Ramonde a los micrófonos de la COPE, en medio de una audiencia enardecida ante el indecente arrimón. El aliterado director de ABC hizo buena la denuncia de García Márquez acerca del frenético ritmo del periodismo actual ("Los periodistas no tienen tiempo para leer, ni siquiera de leer el periódico"); porque solo acudiendo a esa tara profesional se podría excusar la osadía de observar connivencia con el terrorismo en un político al que ETA dejó cojo y zambo al segarle media pierna por el método de la bomba lapa. Otra cosa es que la andanada no responda a la necedad sino al canguelo derechón provocado por la postulación exógena y oficiosa de Madina como futuro inmediato del PSOE. Lo que pasa es que para remedar la táctica que Arrigo Sacchi elevó a cotas artísticas en el Milan ("Defender es atacar el ataque del contrario") no hace falta lanzarse al tobillo rival, sino todo lo contrario: esgrimir y hacer valer las habilidades propias; salvo que se carezca de ellas, claro. En cualquier caso, el energúmeno que está dejando al vetusto diario monárquico a la altura de una hoja parroquial debería saber que con exabruptos y argumentos caducados ("Conozco bien el tamaño de mi partido, la grandeza del PSOE y me conozco a mí mismo y conozco mi tamaño. Sé que mi volumen no puede dirigir el volumen del primer partido de este país", confesó Madina hace quince meses) no va a aniquilar a alguien que los terroristas intentaron matar hace once años y sin embargo hicieron más fuerte.

19.4.13

Armas (domésticas) de destrucción masiva

Ahora ya sabemos lo que cuesta hacer saltar por los aires la nunca bien ponderada Marca España, al menos en los Estados Unidos de América: unos 140 dólares. Para causar tal estropicio basta con aliñar un surtido de baratijas metálicas, ahogarlo en una olla a presión y calentarlo a fuego vivo; entonces, solo queda esperar hasta que el bum dé el chivatazo de que el contundente puchero de metralla está en su punto. Con esta sencilla receta, preparada en una de las cincuenta mil marmitas que Fagor cuela cada año a los yanquis, algún desalmado perpetró una escabechina en Boston el pasado lunes, resucitando la paranoia colectiva de un país que vive en psicosis permanente y arañando, de refilón, los intereses comerciales de nuestro patriótico Gobierno; y, gracias a esa voladura incontrolada, hemos descubierto, de paso, que las armas de destrucción masiva que amenazan la estabilidad occidental no se encuentran solo en el Oriente más o menos próximo, como nos contó el embustero trío de las Azores, sino en cualquier rincón del mundo —esta vez, en un taller industrial vasco—. Ha bastado una vulgar pieza de menaje para acongojar a los Filípides del siglo XXI, que regresaban desde la legendaria Maratón hasta la oficiosa capital de Nueva Inglaterra para cantar una victoria que se tornó en tragedia. Lo que los atletas hallaron al alcanzar la meta fue un apocalipsis hemoglobínico, una aterradora casquería humana provocada por dos petardazos que han metido de nuevo el miedo en el cuerpo al país más aprensivo del planeta; algo a lo que han contribuido los envenenados sobres destinados al presidente Obama y al Senado y la devastadora explosión de una planta de fertilizantes texana, cuyo saldo mortal aún no está cerrado. Ahora, en Norteamérica ya saben que las ollas españolas las carga el diablo; y que el terror no tiene sexo, ni raza, ni credo.

17.4.13

El capital erótico

Cuando la concejala yebenera se desenlazó de la collera de yeguas que trotan por la política provinciana para cabalgar sobre sí misma como regalo audiovisual para un amante furtivo, las cercas del porvenir se le cerraron para siempre. La lozana manchega cometió el pecado de registrar sus alardes digitales en vídeo y la propagación viral del deleite se convirtió en su penitencia: la dictadura del populacho la sentenció a escarnio perpetuo al tiempo que el postureo progresista sacaba la cara por ella; pero el daño ya estaba hecho. Asqueada de las lenguas de vecindona, clavó el punto final a su currículo político y se dispuso a gestionar con provecho lo que Catherine Hakim ha llamado el "capital erótico". Su primer paso fue alistarse en el pelotón de seudofamosos a quienes les ha dado por tirarse a la piscina televisiva previo pago de su importe pero, mientras los otros le echaban arrestos al asunto para encaramarse a la plataforma y darse de barrigazos, la ínclita Hormigos escalaba a bombo y platillo hasta el trampolín de la fama, desde donde se ha lanzado esta semana dibujando un salto mortal de necesidad y perdiendo el bañador por el camino. Porque el último hito en el fugaz discurrir de la exedila toledana por el estrellato ha sido el despelote en la fachada del Interviú, donde se ha lucido enfundada en unas bragas de mercadillo con la esperanza de erigirse en la musa cutre del hedonismo patrio. A la casada infiel le han llegado los ecos de la transparencia política y los ha encarado por la vía de la literalidad, autoproclamándose como la posmoderna libertad guiando al pueblo, que para su desgracia no tendrá un Delacroix que la inmortalice. Quedará, en cambio, empapelada como el barato pasatiempo de la España verderona, antes de honrar definitivamente al estigma que arrastra desde la pila bautismal: el Olvido.

15.4.13

El mayor escándalo

De un tiempo a esta parte, la obstinada monarquía borbónica se ahoga en sus propias miserias "ajena aún a que no hay mayor escándalo que su supervivencia", según ha observado la lupa infalible de Jabois; y, en medio de esa intolerable contumacia, hemos celebrado un nuevo 14 de abril: con media España anhelando levantarse republicana tras (mal)dormir la surrealista pesadilla juancarlista, mientras la otra media se resiste a despertar definitivamente de un plácido sueño monárquico que se extiende ya por casi cuatro décadas. Pero sucede, ay, que los acérrimos de la realeza se van muriendo sin remisión al tiempo que la irrefrenable modernidad pare pujantes republicanos para quienes Juan Carlos I no pasa de ser uno más de los reyes godos. La recalcitrante claque de la campechanía borbónica chochea y su cegato seguidismo está siendo sustituido, por la vía de la selección natural de las especies, por espíritus protestantes con los bolsillos demasiado pelados como para mantener por gusto los privilegios medievales de una familia en la que hoy por hoy andan a hostias las bajezas con las altezas. Por eso la morada marea que se echa a las calles cada primavera para homenajear a la Segunda República e implorar el advenimiento de la Tercera crece de manera exponencial; y por eso se comprende sin esfuerzo que, desde que la suspendiera por primera vez hace año y medio —mucho antes del annus horribilis que vendría luego—, el CIS no haya vuelto a consultar al pueblo español su valoración de la monarquía. A la espera de que la cacareada transparencia se haga notar, tendremos que conformarnos, pues, con titulares ficticios como los que barrunta José A. Pérez para 2014: "Según una encuesta de Metroscopia, el 89% de los españoles está convencido de que la familia real es republicana". Y yo soy uno de ellos.

13.4.13

Los descerebrados

Como lo explicó el otro día Harguindey con inusitado descaro, me ahorro argüirlo yo: "Se puede ser genial, listo, normal, tonto, muy tonto y González Pons. Claro que el vicesecretario general de Estudios (¿?) del PP no está solo en la peña 'Los Descerebrados". El caso es que el relamido parlanchín se ha vuelto a cubrir de gloria esta semana: el mismo día que El País divulgaba las infracciones cometidas por la tesorería pepera durante dos décadas, respaldado por las inequívocas similitudes entre las cuentas blancas genovesas y las (supuestas) cuentas negras, González Pons se comía, sin atragantarse, un nuevo marrón: "La contabilidad del PP responde exactamente a lo que la ley le exige y le exigía. Y no tiene nada que ver con los supuestos papeles del extesorero Luis Bárcenas". Nada que ver… Nada… Ni siquiera un poco… Nada. Lástima que la justicia opine lo contrario, aunque aún no haya decidido entre si tiene un poco o un mucho que ver. De momento, mejor dejarlo estar y pasar a la dramatización de los hechos, con la que nos estamos echando unas buenas risas: los tres diarios nacionales de relumbrón andan a la greña por pequeñeces; por esa ridícula manía que ayer advertía Arcadi Espada: "A las noticias propias las llaman exclusivas y a las ajenas filtraciones". Así, lo que El País adelantó como 'Los papeles Bárcenas' y El Mundo ha rebautizado como 'Los papeles del tercer hombre', ABC lo ha rebajado a 'Las fotocopias de Bárcenas'; lo que El Mundo desveló y El País elevó a categoría de episodio nacional, el menguado ABC quiere dejarlo en agua de borrajas, ahora que su nulo olfato investigador y su paupérrima influencia lo han convertido en adalid del amarillismo cavernario. Para ello ha inaugurado un bochornoso serial con el que hociquea en la (relativa) gloria de sus rivales. Bonita manera de vender periódicos.

11.4.13

Ciencia con conciencia

Alguien ha recordado, a propósito de la muerte de José Luis Sampedro, una atinada certidumbre rabelaisiana que bien podría hacer las veces de epitafio: "La ciencia sin conciencia no es sino la ruina del alma"; porque se ha retirado a descansar eternamente un hombre, algo que no sucede todos los días aunque las necrológicas parezcan certificar lo contrario; un hombre que "había envejecido con absoluta lucidez y ajeno a la dichosa vanidad, prudente y humilde, como si temiese que le echasen en cara su longevidad en este mundo banal y trepidante en el que son muchos los que razonan sin haber pensado y eructan sin haber comido", como ha subrayado con razón Alvite; un hombre que huyó de los fanatismos porque de joven guerreó desde los dos bandos y con ello quedó vacunado para los restos; un hombre que enseñó economía a varios contables mayores (ministros, analistas, profesores) y legiones de domésticos tesoreros (el pueblo); un hombre cuya sonriente narrativa se convirtió en lectura obligatoria de una época en la que la educación pública aún sabía lo que se hacía; un hombre que se subió a tiempo al carro de la indignación generalizada para azuzar las conciencias socialadormecidas; un hombre, en fin, que dejó una síntesis de nuestro zeitgeist para enmarcar: "¿Democracia? Es verdad que el pueblo vota y eso sirve para etiquetar el sistema, falsamente, como democrático, pero la mayoría acude a las urnas o se abstiene sin la previa información objetiva y la consiguiente reflexión crítica, propia de todo verdadero ciudadano movido por el interés común. Esos votos condicionados por la presión mediática y las campañas electorales, sirven al poder dominante para dar la impresión de que se somete al veredicto de la voluntad popular expresada libremente en las urnas. En ocasiones, como se ha visto, sirven incluso para avalar la corrupción. Se confunde a la gente ofreciéndole libertad de expresión al tiempo que se le escamotea la libertad de pensamiento".

9.4.13

Habemus Fraudeleaks

"Leemos el periódico a gritos, escandalizados, pero quietos ante lo inadmisible", lamenta Antonio Lucas. Pero es que no cabe otra manera ante lo apabullante de los datos: dos millones y medio de archivos, con datos de 130.000 personas, residentes en 170 países y territorios; y, para domesticar tamaña monstruosidad (160 veces superior al chivatazo de Wikileaks sobre Estados Unidos de hace un par de años), noventa periodistas, repartidos por medio centenar de países, amparados por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) y asistidos por capitostes de The Guardian, la BBC, Le Monde, Süddeutsche Zeitung, The Washington Post y El Confidencial, entre otros. O sea, una titánica tarea destinada a desvelar, en entregas convenientemente dosificadas, el indecente quién es quién de la élite del escaqueo mundial; esa que esconde bajo la arena de las posmodernas islas del tesoro que hemos convenido en llamar paraísos fiscales una mareante billetada que los contables cifran —generosos en la horquilla— entre 16 y 24 billones de euros; Intermón Oxfam, en un tercio del PIB mundial; y la ONU, en sesenta veces la guita precisa para erradicar la pobreza mundial en un lustro. Por la parte que nos toca, de momento solo sabemos que ese zombi que unas veces atiende por Tita Cervera y otras por Carmen Thyssen-Bornemisza es uno de los setenta españolitos que figuran con nombres y apellidos en los papeles del Fraudeleaks, pero vivimos sin vivir en nosotros a la espera de la relación definitiva de burlangas, que no debería olvidarse de Bárcenas, de la herencia paterna de su majestad (de ustedes) y de la treintena de compañías del Ibex 35 que se pasan la gilipolluá gubernamental (Marca España) por el forro evadiendo impuestos desde el edén de la gente de posibles… mientras los esbirros de Montoro persiguen falleros valencianos y feriantes sevillanos en busca de calderilla tiznada para sacarnos de la crisis.

7.4.13

Los papeles del tercer hombre

Sostiene (y sostiene bien) la argentina Leila Guerriero que "los periodistas no somos la justicia". Por eso, tras leer y tocar "unas hojas donde hay nombres que harían estremecer al Gobierno y al aparato productivo" en una madrileña noche de lluvia y fútbol, Raúl del Pozo esquivó la nocturnidad y la alevosía y, en lugar de plantarse ante la Audiencia Nacional para largar su hallazgo y traicionar a su garganta profunda, corrió a refugiarse bajo el flexo de las grandes ocasiones para redactar el artículo de su vida: el que servirá de prólogo al apocalipsis del Partido Popular. En su más gloriosa columna desde que heredara el trono umbraliano en El Mundo, el periodista conquense aparca su ordinario barroquismo cheli y se limita a transcribir, palabra por palabra, las frases escuchadas en la cinematográfica noche de autos a un tercer hombre que recuerda a aquel que se escabullía por entre las cloacas vienesas. La prosa canalla cede el paso en su minireportaje a los datos y así vamos conociendo que Del Pozo ha manejado "unos folios donde el hombre de los papeles ha escrito cantidades y nombres […] mayores y menores entre maletines y cheques"; unos folios en los que aparece "una empresa fantasma, tapadera, supuestamente para hacer zanjas, realmente una empresa del PP para el trasvase de donativos y chanchullos" y en los que descubrimos que quienes "decidieron sobre donaciones y sobresueldos fueron los políticos"; unos folios, en fin, que obligan a reformular al presidente la pregunta de Rubalcaba: "¿Cree que puede gobernar pendiente de que al señor Bárcenas le dé un ataque de sinceridad?". Parece que no pero, de momento, la columna de Raúl del Pozo ha provocado un tembleque generalizado practicando lo que Guerriero defiende de los periodistas: "Contamos historias y si, como consecuencia, alguna vez ganan los buenos, salud y aleluya, pero no lo hacemos para eso, o solo para eso".

5.4.13

Altezas y bajezas

Hubo un tiempo en que, obtuso y a medio hacer, todavía me costaba distinguir entre la infanta de naranja y la infanta de limón, la tonta y la lista, la guapa y la fea —así las catalogaba la plebe— de esa disfuncional familia a la que mis mayores denominaban, henchidos de orgullo y satisfacción, Casa Real; pero han pasado los años y… ahora me cuesta aún más separar la paja de la paja: mi única certeza es que la lista —o sea, el grano— debe pertenecer a otro linaje; y mi truco para distinguirlas consiste en asociarlas a sus (hoy marchitos) consortes: la mayor fue, es y será para los restos la Marichalá; y la menor, recalcitrante en su extravío vital, la Urdangarana; la misma que anteayer se transmutó en el (pen)último capítulo del libro gordo de la Historia ostentando el dudoso honor que confiere convertirse en el primer miembro de una familia real imputado por un caso de corrupción —que no es exactamente lo mismo que ser el primer regente corrupto, pues de esos están los mausoleos llenos—. Un juez con los atributos del caballo del Espartero decidió acabar con meses de renuencia judicial y decretó unilateralmente el principio del fin de la monarquía española. Los sufridos súbditos ya barruntábamos que la verdadera matahari de La Zarzuela no era la princesa Corinna zu etcétera sino la consentidora del trinque sin ánimo de lucro perpetrado por el duque em…Palma…do, y ahora estamos a un solo paso de descubrir que en España todos somos iguales ante la ley; pero no porque los de abajo demos la talla de sus altezas sino porque en las alturas le han cogido gusto a nuestras bajezas. Parece ser que la degeneración de la campechanía regia posará desde una celda para la becqueriana culminación de Los borbones en pelotas.

3.4.13

Periodismo retroactivo

Leí el titular y (mal)dije para mis adentros que el periodismo retroactivo había llegado demasiado lejos: "Españoles, Franco ha muerto", balbució ayer un espíritu coñón en la red, y ante tal rimbombancia tuve la sensación de subirme con retraso al carro de la Historia; aunque tardé poco en desfacer el entuerto y descubrir que la aparente burla no era sino un afectuoso homenaje al último cadáver exquisito del cine español, Jesús Franco, que acababa de dejar huérfana a la cinefilia más extravagante. Pronto hice mi contribución al pésame generalizado y me repuse del susto, pero los excesos del periodismo retroactivo siguieron rondándome. Eché un vistazo a las noticias del día en varios medios digitales y, como dándome la razón, los titulares aludían sin excepción a añejas historias: el relato de la jornada se parecía más a lo prometido por un popular título de Gil de Biedma (Ahora que de casi todo hace ya veinte años) que al análisis de la rabiosa actualidad. Constaté así que la presente crisis del periodismo tiene poco que ver con el cambio de paradigma tecnológico pero mucho con la fraudulenta administración de los réditos (des)informativos del pasado. Verbigracia: los estrechos lazos entre un mandamás y un narco gallegos, cuya endeble trabazón ha servido a Arcadi Espada para pergeñar una ridícula —por improbable— primera plana de cómo debió haberse dado la noticia cuando entonces: "Una alto cargo de la sanidad gallega se fotografía en un yate con un hombre del que se rumorea su vinculación al contrabando de tabaco", vendría a ser el titular, adornado por dos impagables subtítulos: 1) "El alto cargo, Núñez Feijóo, será presidente de la Xunta 14 años después"; y 2) "El hombre, Marcial Dorado, será condenado por contrabando de drogas 14 años después". Tocados (y hundidos), los gerifaltes de la prensa española deberían (re)leer a Nietzsche para recordar que "un exceso de historia daña la vida".

1.4.13

Refugio de sinvergüenzas

Quienes se solazan (día sí, día no) en esta península histérica saben de sobras que para mí, como para el diabólico Ambrose Bierce, el patriotismo no es más que esa "basura combustible siempre a punto para que le aplique una antorcha cualquiera que abrigue la ambición de iluminar su propio nombre". De modo que a ninguno de esos improbables reincidentes le costará demasiado comprender por qué me dejan más bien frío jornadas como la de ayer, en la que los hijos de los nietos de los bisnietos de Sabino Arana celebraron, por separado como jainkoa manda, el Aberri Eguna. Esta vez, el oficialista PNV prendió su antorcha en Bilbao, demandando "un nuevo estatus político para Euskadi", mientras la alternativa izquierda abertzale iluminaba su nombre en Pamplona reclamando por la vía directa un "Estado vasco". Y, como quiera que "la magia del nacionalismo es la conversión del azar en destino" —según profetizó Benedict Anderson en sus Comunidades imaginadas—, la marea Independentistak convirtió el día de la patria vasca en el funeral oficioso del último mártir caído por la causa terrorista, Xabier López Peña: trincado cinco años atrás por los gendarmes bordeleses y abandonado a su suerte desde entonces por la banda que comandó efímeramente, 'Thierry' había estirado la pata unas horas antes en un hospital parisino, a consecuencia de un derrame cerebral; pero la ocasión la pintan calva y los voceros de ETA corrieron a denunciar el "asesinato" de uno de sus ilustres "presos políticos" un domingo en el que, en lugar de Jesús, resucitó la amenaza terrorista. Los gudaris desempolvan los bártulos de matar y yo me defiendo, de nuevo, esgrimiendo al infalible Bierce: "En el famoso diccionario del doctor Johnson, el patriotismo se define como el último refugio del sinvergüenza. Con el debido respeto que merece un lexicógrafo tan ilustre, aunque menor, me atrevería a afirmar que es el primero".