17.5.13

Perro come lobo

Ahora que la prensa (pretendidamente) seria ha devenido en cachondeo, no es de extrañar que un artefacto tan cachondo como la "revista satírica sin mensaje alguno" Mongolia sea quien aporte seriedad al patio mediático. Su desarmante hibridación de irreverencia e información ha pegado el revolcón definitivo a un gremio que amenazaba con irse a la tumba sin que nadie osara meterle mano. Pero apareció a tiempo una gamberra pandilla cuyas afrentas a la corrección política han tenido eco en medio mundo: The New York Times, Corriere della Sera y Financial Times han amplificado sus indiscriminados ataques a todo lo que se menea; y hasta los prohombres de la cosa periodística, como Miguel Ángel Aguilar, han subrayado que su "principal aportación es la de reducir la distancia entre lo que se sabe y lo que se publica". Tal es el poderoso influjo de una revolución mongola que, con tan solo un año de vida, ya ha dado a la imprenta dos imprescindibles biblias: la primera, una heterodoxa enciclopedia del disparate cuyo título (El Libro Rojo de Mongolia) repele la indiferencia; la segunda, que llega ahora a las librerías, incluye un mensaje infinitamente más grave: recoge (y amplía) lo publicado en la sección 'Reality News', esa que advierte "A partir de aquí, si se ríe, es cosa suya", y supone una antológica huella del crimen (o del suicidio) del periodismo español, arrancando con la conspiranoia de El Mundo y el 11-M y abundando en los golpes de Cebrián a El País y de Roures a Público, para que ninguna fechoría de los señores de la prensa se diluya en Papel mojado. Una excelente noticia a la que solo cabe hacer una objeción: este nuevo periodismo denunciante residió en las casas ahora delatadas, donde seguiría acomodado si no hubiera sido desahuciado; o sea, aunque nos alegra que perro coma perro, exigimos lo mismo que la parroquia del jactancioso cortijero tío Pinto: "Menos lobos".

No hay comentarios:

Publicar un comentario