13.5.13

La moda europea

El hawaiano Robert Kiyosaki, uno de esos charlatanes posmodernos que se han hecho mundialmente famosos publicando perogrulladas, lo tiene escrito en alguna parte: "A veces se gana y otras se aprende"; y al Real Madrid ayer le tocó aprender. El entrenador que finalmente le arrebató la Euroliga de baloncesto, Georgios Bartzokas, había advertido en la víspera: "Nos mediremos al número uno de la historia del baloncesto"; y esa falsa modestia tenía toda la pinta de una lección magistral que su adversario debería memorizar para no volver a caer en la trampa. El mejor conjunto europeo del momento (Olympiacos), que amontona en su zurrón tres finales y dos títulos cosechados en los últimos cuatro años, se enfrentaba al más laureado del continente, que exhibe orgulloso (pero ridículamente nostálgico) ocho copas de Europa en sus vitrinas, aunque esos datos previos no dibujaban más que un espejismo: de la última final continental que ganaron los blancos hace ya dieciocho años; y de la penúltima, treinta y tres: demasiado tiempo, tratándose de asuntos deportivos. Y este cuento, sumado al que concluyó trágicamente hace diez días sobre los céspedes del Bernabéu y del Camp Nou, arroja una ingrata moraleja: lo que se lleva esta temporada en el viejo continente es darle para el pelo a los clubes españoles: tanto da que hablemos de fútbol, donde la madrastra de Europa (Alemania) nos barrió de la antesala de la gloria, como que nos ocupemos del baloncesto, donde ha sido la cenicienta de la Unión (Grecia) la que nos ha birlado el final feliz. Así las cosas, el lector sabrá perdonarme que aquí no quede hueco para la épica germana ni para la mitología helena: la epopeya por nuestras glorias deportivas tendrá que esperar hasta mejor ocasión. Pero ya me jode no poder cantar ningún alivio para este deprimido país. Ya me jode.

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