3.10.12

Política por la filosa

Desde que la vimos aparecerse como la encarnación terrenal de la Dolorosa en el Corpus Christi toledano, arropada como Dios manda —luto riguroso, peineta enhiesta, mantilla cobijadora—, en casa supimos que la Cospedal venía para hacerse cargo de los sufridos hijos del Señor, para aliviar sus cuitas. Mas observando, observando, reparamos en los lujosos zarcillos que colgaban de sus orejas y las reventonas perlas que rodeaban su gaznate. Pasó la imagen, pero quedó el contradictorio aroma. Luego supimos que, solo en el bienio anterior a coronarse como gerifalte autonómica, se había embolsado medio millón de euros merced a sus tres generosos pagadores: el Senado, su partido y el Estado; o sea, nosotros. La virginal imagen retornó entonces, poderosa, para quedarse definitivamente. Y a nuestra vera ha permanecido largando sandeces y perogrulladas —"la política es el arte de hacer lo posible con lo que no se tiene" [sic]— hasta hoy, cuando ha asestado un golpe definitivo a su gremio, la política, y a nuestro sistema democrático: los diputados manchegos visitarán el parlamento autonómico solo para distraerse de sus quehaceres cotidianos y por la filosa. Un poner: un electricista se ganará el pan a jornada partida, se acicalará y acudirá con prisas —vive en Albacete— a su asamblea regional —que está en Toledo— porque ese día hay championslíg: en ratos libres como este manejará millones de euros y decidirá el porvenir de sus paisanos. Otro poner: la política volverá a concentrarse en hidalgos hermanados con la guita; los tiesos habrán de buscarse un oficio, o corromperse definitivamente, ahora que el decoro se está perdiendo hasta para robar. Olvida la Cospedal, claro, la disyuntiva weberiana: "O se vive para la política o se vive de la política". Y eso pocos lo pueden atestiguar mejor que ella y sus millonarios asesores y altos directivos.

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